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La guerra del volumen

Por Jorge Rozas

- septiembre 02, 2024 - 18 minutos de lectura

En los últimos años la guerra del volumen dejó de ser un tema de conversación exclusivo de los estudios de mastering para pasar a ser discutido en revistas de música, foros o sitios medianamente especializados.

Hoy en día todavía existen muchas dudas al respecto o personas que conocen el fenómeno por encima.

En este artículo hablaremos de los orígenes, factores desencadenantes, su estado en la actualidad y el probable futuro de esta guerra.

Quizás conoces esta batalla implícita de memoria o quizás te suena de algún lugar porque algún amigo te comentó.

En cualquier caso, quédate para que te contemos sobre la guerra por la sonoridad:

¿Qué es la guerra del volumen?

De manera concisa,  la guerra del volumen consiste en una batalla implícita donde el ganador es el que logra que su música suene mas fuerte. Dicho de esta manera puede sonar estúpido pero la realidad es que el volumen de la música es uno de los factores que más influyen en nuestro juicio sobre la calidad de la misma.

Es la práctica la guerra del volumen es la competencia que existe entre los lanzamientos discográficos en los que los ingenieros de mastering intentan que sus masterizaciones suenen igual o más fuerte que la competencia, ayudándose para este fin de herramientas como compresores y de limitadores esencialmente.

¿A qué se debe esta guerra del volumen?

Primordialmente a la psicoacústica. Si se nos presentan dos sonidos iguales pero con una diferencia de volumen, los seres humanos tendemos a preferir el que suena más fuerte aunque el sonido en esencia sea exactamente el mismo.

El sonido más fuerte tendrá en apariencia mayor detalle, mayor definición y se escuchará con mas graves. Eso crea un sesgo inconsciente en nuestra mente y nos hará creer que suena mejor.

El problema radica en que el sistema auditivo no responde igual a todos los niveles de escucha o volúmenes ya que el canal auditivo forma una resonancia en las frecuencias medias (amplifica a dichas frecuencias). 

Justamente estas frecuencias son muy importantes para el entendimiento de la voz y de otros elementos en esencia.

Debido a esta resonancia los seres humanos tenemos mayor sensibilidad en este rango de frecuencias en comparación con los graves y agudos, por lo tanto se necesita mas nivel de volumen en las bajas y altas frecuencias para tener la misma sensación de sonoridad que en los medios. 

Este fenómeno auditivo tiende a emparejarse a mayores niveles de presión sonora (volumen), lo que fue estudiado por Fletcher y Munson en los 1930.


Curvas de Fletcher y Munsonimagen: Curvas de igual sonoridad de Fletcher y Munson

En la imagen podemos ver que cerca de los 3000 Hz se encuentra la zona de resonancia y que además se toma los 1000 Hz como referencia para formar las curvas (la curva interlineada es el umbral de audición o 0 phones). 

Por ejemplo un nivel de presión sonora de 30 dB forma la curva de 30 phones a 1 kHz pero se requiere cerca de 58 dB más a 20 Hz para tener una sensación de igual sonoridad.

Dicho de otra forma para que percibamos la frecuencia de 20 Hz con igual intensidad a 30 dB que la frecuencia de 1 kHz, es necesario que la frecuencia de 20 Hz tenga hasta 58 dB más.

Si tenemos dos canciones iguales pero una suena mucho más fuerte, vamos a preferir la más fuerte ya que se va a oír con mas graves y agudos y por lo tanto parecerá mejor siempre.

Esta premisa es la que se usa en mastering, pero muchas veces que suene mas fuerte no significa que suena mejor.

El lograr hacer sonar mas fuerte trae consigo un compromiso de pérdida: se comienza perdiendo impacto o transientes, en la pista, claridad y luego aparecen progresivamente distorsiones.

La aparición de todos estos desperfectos tiene que ver con que para lograr que una pista suene más fuerte se emplean limitadores de audio y estos afectan los picos de señal.

Cuando la cantidad de limitación efectiva es grande, la señal se termina transformando en una onda cuadrada, en el intervalo de tiempo que ocurre dicha limitación y es allí donde se genera la distorsión.

En los últimos tiempos he escuchado discos que directamente están distorsionados y que suenan muy mal, producen fatiga auditiva, al escuchar por tiempo prolongado se cansa el oído. 

Historia de la guerra del volumen

Que la discusión sobre la guerra del volumen sea algo reciente en la cultura popular no quiere decir que el fenómeno sea nuevo.

La realidad es que la guerra del volumen se remonta de cierta manera a los inicios mismos de la grabación de audio y la producción de música o de contenido auditivo en general.

Ubiquémonos en un punto de la historia donde el medio de almacenamiento de la música era el disco de vinilo.

Las compañías discográficas, y ¿por qué no? algunos artistas tenían como objetivo maximizar las ganancias de las producciones que realizaban.

Y para ello echaban mano a técnicas que se podrían considerar como las precursoras a la guerra del volumen:

¿Cómo lo hacían antes?

Como nos podremos imaginar no existían ni Soundcloud ni Facebook en esa época y la única forma de llegar a un público masivo era mediante la difusión radiofónica.

Entonces el filtro a superar era la persona que decidía qué se pasaba en la radio y que moría en el ostracismo.

A raíz de este filtro, las bandas y su entorno se dieron cuenta que una manera de destacar era hacer que su música sonara más fuerte.

Ante 2 músicas iguales de buenas el director de programación iba a elegir a la que sonase más fuerte.

Fue así que nació la guerra del volumen: si yo tocaba pop me ponía a escuchar discos de pop y me preguntaba porque mi competencia sonaba más fuerte que yo. 

Entonces se acudía al ingeniero y se le decía "Quiero que mi música suene mas fuerte que la de fulanito".

Uno de los métodos preferidos era distribuir la música en las caras del vinilo para que cuando la duración del disco fuese menor los surcos fuesen más anchos haciendo así que la música suene más fuerte por que el voltaje inducido en el transductor era mayor.

¿Cómo se hace ahora?

Hoy en día el incremento de la sonoridad o volumen se logra básicamente mediante la compresión que explicado en términos simples implica atenuar los picos más altos de volumen para posteriormente elevar el nivel general del resto de la música ganando así volumen aparente.

Esto se debe a que el oído tiene sensación de mayor sonoridad o volumen cuando se trata de sonidos que son de naturaleza constante o duran un cierto tiempo, no así con los picos que duran un instante solamente.

Por otro lado se ha logrado aumentar tanto la sonoridad a través de los años mediante el uso de limitadores que son un tipo de compresores con ciertos parámetros más extremos y que actúan por lo general muy rápido atrapando así picos muy rápidos. 

En el entorno digital hay modelos de limitador que pueden ver hacia adelante y actuar más rápido en consecuencia.

Supongamos que tenemos una canción donde la voz susurra en una parte y grita en otra, mediante la compresión bajamos el nivel de la parte donde la voz grita tratando de emparejarla con la parte donde susurra.

Esto nos permite incrementar el nivel de todo y lo que obtenemos es que la parte donde la voz susurra termina sonando a un volumen mucho más cercano que la parte donde grita.

Esto tiene como ventaja que podemos hacer que algo suene más parejo en términos de volumen y que no se pierda ningún detalle, pero por otro lado perdemos el nivel de expresividad, ya que por razones obvias un susurro no expresa lo mismo que un grito.

En la práctica al masterizar usando limitadores, lo primero sobre lo que se actúa son los picos de señal, que son producidos normalmente por baterias y percusiones. 

Con el limitador logramos atenuar dichos picos e incrementar el nivel general por la misma cantidad de decibeles. 

Consecuencias de la guerra del volumen

Como casi en todo hay ciertas consecuencias o compromisos al perseguir un objetivo, en este caso aumentar la sonoridad o volumen de la música.

Veamos que es lo que pasa en la práctica:

  • Pérdida de impacto o transientes: el aplicar compresión y limitadores en exceso hace que se pierda una parte esencial en la música que son los sonidos del tipo transiente o transitorios, que es la primera porción de cualquier sonido y da mucha información del timbre del mismo. Cuando el limitador actúa atenuando mucho estas transientes se termina con un sonido con menos impacto o pegada.
  • Reducción del rango dinámico: el exceso de compresión hace que canciones con instrumentación acústica, por ejemplo una voz y una guitarra acústica prácticamente suenan igual de fuerte que toda una banda con baterías, guitarras eléctricas etc. Esta situación es de por sí anti natural ya que nunca sucede en la realidad y por otra parte se le quita a la música esa riqueza de sorpresa y de distintos paisajes sonoros que se crean con diferencias en la dinámica.
  • Distorsión por recorte o clipping: cuando se limita en exceso se puede producir distorsión por recorte o clipping. Este tipo de distorsión es muy desagradable ya que añade una cantidad de armónicos que no estaban y realmente le quita claridad, profundidad, detalle a la música. La distorsión por recorte se produce en el entorno digital con bastante facilidad durante el mastering, en especial con los limitadores y es por eso que no es bueno llevar a un nivel tan alto un master ya que trae consigo distorsión.
  • Alteración de los planos sonoros de la mezcla: cuando comprimimos en exceso sin darnos cuenta también estamos modificando la mezcla, es decir si en la mezcla había por ejemplo un lugar en el que un elemento sonaba más fuerte apropósito, después de aplicar compresión va a tender a sonar igual que el resto.
    Existen ingenieros de mezcla mucho renombre que por este motivo rechazaban el mastering, consideraban que sus mezclas debían ser respetadas al máximo.

En la práctica la sobre compresión y el uso excesivo de limitación trae consecuencias en general negativas sobre la música, si comparamos contra la versión sin estos procesos.

Limitadores: protagonistas de la guerra

Como mencionamos antes, los limitadores que son algo así como compresores en esteroides son la herramienta usada para exprimir el rango dinámico de las mezcla. 

Por lo general se emplean en el mastering e incluso para lograr resultados aún más extremos se usan varios limitadores encadenados evitando así los efectos negativos de sobre-exigir a uno, y al mismo tiempo ganándole unos decibeles al proceso.

A continuación mostramos de manera gráfica el efecto que tienen los limitadores en la música:

Imagen: Mezcla sin ningún proceso aplicado. La presencia de picos implica que el rango dinámico no se ha tocado.

Imagen: Mezcla limitada pero de manera leve, si bien el volumen general aumento los picos se preservaron.

Este es el caso de una mezcla al que se le aplicó un limitador pero de manera de preservar los picos. El volúmen general aumenta pero el rango dinámico se preserva.

Mezcla a la que se le aplicó un limitador con ajustes extremos. Podemos ver que el rango dinámico es casi inexistente.

Este es el caso de una mezcla al que se le aplicó un limitador pero de manera de preservar los picos. El volumen general aumenta pero el rango dinámico se preserva.

Finalmente tenemos la mezcla a la que se le exprimió todo el rango dinámico existente. En términos de volumen, todo suena casi igual.

Este es el precio a pagar si quieres que tus mezclas suenen muy fuerte. Lo importante es buscar un balance para que nuestro sonido sea competitivo pero tratando de no llegar a los extremos aquí mostrados.

Imagen: vista de un limitador básico, como el que puedes encontrar en tu DAW favorito.

Imagen: vista de un limitador con funcionalidades avanzadas, que incorpora trabajo con armónicos y resguardo de picos tipo true peak.

¿Por qué darle importancia?

En la incansable búsqueda de que la música suene más fuerte se dejan de lado factores que son esenciales para el disfrute de la misma. 

Algunos ejemplos son el rango dinámico, el impacto que imparten los sonidos percusivos naturalmente y las transientes de los instrumentos reales, además de la existencia de distintos planos y paisajes sonoros presentes en la música, etc.

En mi opinión uno de los mayores problemas con la guerra del volumen es la gente que crece escuchando la música de esa manera, pierde el conocimiento de cómo suena en realidad un buen instrumento sin tanto procesamiento.

Una canción que suena más fuerte no es necesariamente una que suene mejor. Si comparamos igualando el nivel sabremos si realmente suena mejor o no.

Infografía de la guerra del volumen

Como sabemos que una imagen vale más que mil palabras decidimos mostrarte la guerra del volumen en imágenes. Para hacerlo elegimos algunos discos que consideramos representativos de la música popular y usando información de una base de datos del rango dinámico  elaboramos un ranking de 10 discos con su respectivo rango dinámico promedio.

Infografía que ilustra acerca de la guerra del volumen mediante una comparativa del rango dinámico de varios discos.

La escala representa el rango dinámico promedio de varias producciones. Es un excelente indicador para mostrarnos que tan comprimido está una producción y que tan fuerte suena.

También se puede observar que si bien la situación ha empeorado muchísimo con el paso de los años eso no implica que la relación sea lineal. Es decir, el Death Magnetic que salió en el 2008 tiene el menor rango dinámico, incluso contra discos salidos en el 2013. A su vez Californication de los Red Hot Chili Peppers tiene resultados similares ya en 1999.

En este ranking el disco que mayor rango dinámico tiene es "Kind of Blue" de Miles Davis, eso no significa que sea el de mayor rango dinámico de la historia, pero si da cuenta de que en géneros como el jazz la dinámica es una parte crucial y se suele respetar, por lo menos en la parte más tradicional del mismo.

En la reseña incluimos finalmente la forma de onda de algunos temas elegidos al azar para representar visualmente como se ve la música. Como se observa, a menor rango dinámico más parecida a un ladrillo es la forma de onda a comparación con mayor rango dinámico que hay subidas y bajadas de nivel.

Remasterizaciones: ¿son parte de la guerra?

Hay que tener mucho cuidado con las re-ediciones o re-masterizaciones de producciones clásicas o históricas, porque si bien nos suelen vender que se busca mejorar el sonido o disminuir el nivel de ruido, la realidad es que una abrumadora mayoría lo único que hacen es buscar incrementar el nivel.

Esto hemos visto se logra limitando las mezclas para lograr un volumen más competitivo, amen de hacernos creer que porque salió un producto nuevo lo tenemos que comprar.

Otro problema son las ediciones en vinilo actuales, el hecho de que un disco este en formato vinilo no implica demasiado, ya que si la masterización se hizo a la usanza actual el formato en el que esté almacenado el audio es anecdótico. 

Hay que entender que el famoso sonido del vinilo no proviene solamente del mismo vinilo sino también de toda una cadena de producción que empieza por cómo se graba la música.

La guerra de volumen hoy: Plataformas de Streaming

La manera en la que los consumidores escuchan música ha evolucionado y hoy en día, una gran proporción de los oyentes usan algún servicio de streaming.

Plataformas como Spotify, Youtube Music, Apple Music, Amazon Music, son algunos de los proveedores de este servicio, donde el usuario puede escuchar bajo demanda prácticamente cualquier música de cualquier artista.

Una de las particularidades de estas plataformas es que se implementó un mecanismo para reducir la brecha de nivel o sonoridad que puede haber entre distintas canciones y artistas, de tal manera de nivelar el campo de juego.

En la práctica esto se logro usando una nueva manera de evaluar la sonoridad llamada medición de nivel LUFS o loudness units relative to full scale.

Este tipo de medición contempla la sonoridad promediada en el tiempo de manera prioritaria, que es la forma en la que el ser humano percibe la sonoridad.

Cada canción que se sube a estas plataformas se evalúa por su sonoridad promediada en la escala LUFS y se registra el valor efectivo que se obtenga como metadatos.

Cuando el usuario final carga la canción se trabaja con esos metadatos para compensar hacia abajo y en algunos casos hacia arriba el nivel de escucha, de tal forma de que no existan canciones que suenen mucho más fuertes que otras y generen molestias al escucharlas.

Además cada plataforma ha establecido valores de referencia en LUFS que son sugeridos para que la música que se sube cumpla y que tienden a buscar evitar la guerra del volumen y preservar más la dinámica.

En la práctica sin embargo, muchas masterizaciones siguen apuntando a niveles de sonoridad bastante elevados con el consiguiente compromiso con la calidad que vimos antes.

Lo positivo es que se ha abierto la posibilidad para que aquel que quiera hacer masterizaciones con más dinámica pueda hacerlo sin quedar tan desfavorecido en esta guerra por el volumen.

Es posible que con el correr del tiempo más producciones busquen preservar más la dinámica y ganar en calidad, mientras mayor es la implementación de este sistema. 

Conclusiones

Si bien la guerra del volumen continúa siendo parte del mundo de la producción, hoy en día existen herramientas y mecanismos para no necesitar ser parte de ella al 100%.

Uno de estos mecanismos es el que proponen las plataformas de streaming de música, donde se ajusta el nivel de reproducción automáticamente compensando los niveles que estén por encima o a veces por debajo del sugerido.

Al final del día la única herramienta que tenemos para combatir la guerra del volumen es la educación. Hacía los productores, los músicos y el público en general.

Espero que este artículo ayude con dicha educación y que haga posible la difusión del activismo por el rango dinámico. 

Que el árbol no nos tape el bosque, aprendamos a distinguir la diferencia entre algo sonando fuerte y algo sonando bien, hagámoslo por el bien de la música.